martes, 8 de mayo de 2012

Giorgio de Chirico
El escenario no tiene sus adornos

ya apagadas las luces
disueltos los aplausos
acalladas las voces y murmullos
Troya desaparece un breve instante

Héctor y Andrómaca

un hombre una mujer
articuladas marionetas del destino
cumplen con el ritual que el corazón impone

él se despide con silencioso abrazo quizá intuye
que será para siempre
y que tendrá la culpa el acero de Aquiles

ella lo sabe
la sustenta su frágil corazón de caoba

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