CARTA A
HUIDOBRO
Sobre lechos
dulzones de palabras
los ocres se
suspenden
las hiedras
amarillas se complacen
en la tapia
del tiempo
las fotos
siempre sepia
el fardo es la
nostalgia
perder es un
regusto al acabar el siglo
pero tú nos
dijiste los verdaderos poemas son incendios
y con ellos
mostraste el
requiebro del sol
la hipnótica
obsesión por la palabra
palabra redentora
palabra siempre nueva
que nos
muestra sus alas en delirio
y abrimos otra
vez las ventanas al futuro
descubriendo
la concha en
que esperamos
hallar la
perla negra
pero ¿qué encontraremos?
fuiste Altazor
y navegaste
sobre el
viento del genio
gobernando
tu caída
esplendorosa hacia una tierra virgen
y así tomar
posesión de su promesa
tierra de
sueño y quimera
de irrealidad
de creación de juego
y yo ¿qué podré ser?
¿cómo alzaré
mi vuelo sobre una tierra nueva?
¿ qué nombre
tendrá mi rostro hambriento?
alzaré mi voz
sabiendo
que la voz
verdadera no cesa ya que nace
para abrir las
compuertas que nos cierran
las voces
huecas
retóricas
prometedoras
de asépticos paraísos
impolutos
lúdicos
oigo tu voz
cargada de mañanas mientras estoy alerta
oigo tu sueño
bracear mares nocturnos
hacia donde la
luz comienza a herir la noche
oigo nacer tu
árbol cerca de mi terraza
mientras
comprendo que ayer lo vi morir en una carretera
o en unos ojos
tristes que pedían socorro
antes de
sucumbir entre el agua y el barro
mientras todos
pasamos
mientras todos
vivimos nuestras vidas pequeñas
tal vez vuelto
a clavar o hundido en una puerca
trinchera
cavada por el odio
y quisiera decirte hoy que
en esas muertes
no hallé nada
romántico
nada ejemplar
nada
aquel
idealismo a muerto sus árboles han muerto la libertad
posiblemente
ha muerto
ese dulzor
caliente murió como un eclipse
sobre su tumba
se alza
el manantial
glorioso de la ley del mercado
las causas son
de azúcar diluida
en la leche
que vierte en nuestras bocas
el pecho
inagotable de los números ciegos
y vamos
caminando con la mañana a cuestas
como legión de
grises labriegos de la historia
y ¿ qué me
queda a mí pobre burgués
justificado en
la felicidad
en el sudor
del patrimonio en la esperanza
de la
jubilación sin sobresaltos y sin cáncer?
la revolución
ya no es colectiva no salva
ahora es
personal discreta mínima
hoy Altazor
está viejo y cansado y su paracaídas
le ha servido
de traje a los pájaros negros
tú lo viste vibrante
pudiste oír
como crecía su árbol con olas en las ramas
y alas en sus
raíces
mas hoy ese
árbol está cargado de fatiga
y sus ramas
descubren el fruto del injusto
y sus raíces
tienen la sed de los olivos
empieza un
siglo al fin
se vuelcan
nuestros ojos hacia un ayer más puro
mientras sólo
esperamos esa luz que no llega
nuestro tiempo
se mantiene
embrujado
con una
promoción que nos vende alegría
que nos guiña
ilusoria sus certeros mensajes
y ¿ qué nos
cuesta?
¿ qué nos
cuesta toda la sed y todo el hambre?
¿ qué nos
cuesta nuestra pequeña porción de felicidad?
la felicidad es esa hermana pequeña que nos
saca
con sus chistes ingenuos la sonrisa
hoy la
felicidad es ver llover detrás de los cristales
seco y
caliente y beberse
las lágrimas
con hielo y unas gotas de alcohol siempre a tu gusto
y unos muebles
flamantes
de una casa
brillante
y una cuenta
en el banco donde no anida el déficit
y sentirse
seguro con trajes de diseño
y diseñar tu
vida en paz y después gloria
la felicidad
ha de ser previsible prefijada impoluta
perfectamente
dueña de un flamante
billete de ida
y vuelta en clase preferente
y soy feliz
y no me
importa si dios o la utopía ya no existen
si es que no
lo anuncian en un telediario
sólo espero
mis fines de semana sólo quiero
vivir alguna
historia que transgreda lo justo
para calmar la
sed salvaje y libertaria
que brota
imprevisible en la conciencia
sólo importa
que ponen en
el plus esta noche sin luna
en que me he
de quedar soñando una quimera
sentado al
otro lado
de las treinta
pulgadas