Tan sólo su pisada es real
real como la piedra que
conforma la lápida
como la saliva que desciende la tráquea
/jugo que le anuncia que aún
se encuentra aquí/
o como el respirar de animal
al acecho
que intenta escudriñar esta
impostura
a través del parabrisas de su
alma
los ojos se le aquietan
casi duelen
instalados en el estanque del
paisaje
mientras en torno a él todo
se vuelve duda en el silencio
que culmina el ritual de los
sentidos
bajo esa impenetrable piel de
humedad
sujeto a la promesa de un
deseo de luz
él se convierte
en fugaz silueta que se aleja
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