Jean-Auguste
Dominique Ingres
La luz del plenilunio reposa en su
cadera
son cálidas las dunas del desierto que
quiero recorrer
en busca de ese sol que se adivina
hoy la gran odalisca como cuando fui niño
aún me sigue mirando recostada en la
página O del diccionario
por entonces buscaba
un afán primerizo
me convirtió en vasallo de su altiva
hermosura
del olor de su piel adivinada
de la rotunda explosión de su aureola
del roce imaginado de su voz desde un
susurro
del goce primitivo de su abrazo
hoy
contemplo su cuerpo reposado
blandamente mullido en una espera
que traspasa los tiempos del deseo
con mirada envolvente
la del
brillo
dulzón que nos otorgan
la oleosa aparición de los recuerdos
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