De cuando en cuando un haz de
luz orada la muralla
donde la realidad adquiere
otro sentido
suave dulzura que otorga vida
a lo antes oculto
y deshace el engaño
todo está más cercano
menos difuso
como ese viejo puente que aparece
entre la luz fundida
como de un cuadro impresionista
con viejos sueños de travesías
nómadas
heridas ya sus piedras
seculares
con su único ojo erguido
sobre un agua
que apenas si se atreve a ser
espejo
barco fantasma que grita sus
secretos
a través del crujido de su
casco
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