para André Cruchaga y Mª Eugenia Caseiro
hasta que el alma aguante
y la voz se coagule
en el sudario frío
de una cuartilla en blanco
sigamos
hasta que la vendimia
del corazón sea agria
y no pueda beberse
hasta que a las luciérnagas
las oculte la noche
y sea el canto del grillo
un arrebato a muerte
mientras la vida quepa
en el sueño de un niño
y el niño se haga hombre
para morirse niño
sigamos
mientras que haya un asombro
que acunar en el pecho
y las estrellas no sean
sino guiños del mundo
hasta que un lloro clave
su aguijón venenoso
y su emoción no altere
la intemperie del tránsito
mientras tu herida sea
manantial de mí sangre
y tu dolor mi lloro
y tu duda mi aliento
y mi miedo reliquia
del miedo de los hombres
y la pasión escriba
ese punto y seguido
que abre paso al amor
sigamos escribiendo
traduciendo a la vida
con palabras sinceras
con palabras exactas
con palabras que cubran
al silencio desnudo
por: Juan Carlos Gómez Rodríguez
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