miércoles, 26 de diciembre de 2012

DE EL SUEÑO Y LA CANÍCULA


6

 

(13-7-2002)

 

Hay frases que regresan con la rotundidad de los ocasos.

Cuando cae la tarde sobre las cúpulas de Estambul, y el cielo enrojecido va silueteando un horizonte abigarrado.

“Estoy harta de zurcir tus remiendos”. “Estoy harta de remendar zurcidos”. “Estoy harta...”. Suenan en mí las lejanas palabras de la abuela, cuando las agujas de las mezquitas quisieran zurcir las nubes para que  nos refresquen en su leve fluir hacia la noche.

Es hora de contemplación amigo Pancho. Todo pasa velozmente de azul a azul plomizo, del plomizo al endrino, después al negro silueteado por las luces amarillas de las farolas.

¡Juguemos al balón!.  Parecían gritar desde una garganta sensual y cálida  estos chiquillos en un idioma incomprensible pero que reconozco. Sus gritos me transportan calle abajo. Cuarenta años atrás; tú y yo con los pantalones cortos y la camiseta sudada.

 

 

 Cuatro maceteros de piedra desplantados son las porterías. Tres para tres,  como éramos  nosotros. ¿O somos nosotros?. Contábamos a pies para elegir el campo. Cruz y raya para parar el mundo de inmediato dando botes de balón hacia la gloria.

Quisiera que les vieses: Corren, saltan, gesticulan, discuten, se abrazan, viven al borde de la extenuación, pero no hay cansancio ni límite. Estoy seguro de que si estuvieses aquí abrazarías mis hombros, y con un empujón cómplice, me exhortarías a robar la pelota y conseguir el gol definitivo.             

 

Vencedor y vencido.

 

Ahora que tengo cincuenta y un años lo entiendo.

En este juego Pancho siempre tenemos algo de  vencedor y vencido.

Sólo necesitamos que al final alguien, desde el amor, se acerque para zurcir nuestros remiendos.

 

 

 

 

lunes, 24 de diciembre de 2012

FELIZ NAVIDAD A TODOS

Otra vez se oye
cantar a los pastores
Noche de estrella

domingo, 23 de diciembre de 2012

DE CUADERNO DE NOTAS PARA UN VIAJE


 

15

 

Pronto vendrá la lluvia

goteando promesas

e irá deshaciendo su espesura

volviéndola más líquida

con su espíritu mágico

mojando la rivera el valle los parterres

empapando los muros las casas las aceras

corriendo cuesta abajo en francos riachuelos

que se unirán al río como un alma a otra alma

 

pronto vendrá  la  limpia lluvia

a aliviar las conciencias

a serenar las almas borrando sus pesares

ofreciendo fragancia de tierra verdecida

y será la fanfarria que anuncie por sorpresa

la llegada del sol

martes, 11 de diciembre de 2012


Jean-Auguste Dominique Ingres

 

La luz del plenilunio reposa en su cadera

 

son cálidas las dunas del desierto que quiero recorrer

en busca de ese sol que se adivina

 

hoy la gran odalisca      como cuando fui niño     

aún me sigue mirando recostada en la página  O del diccionario

             

                           por entonces buscaba un afán primerizo

me convirtió en vasallo de su altiva hermosura

del olor de su piel adivinada

de la rotunda explosión de su aureola

del roce imaginado de su voz desde un susurro

del goce primitivo de su abrazo

 

hoy  contemplo su cuerpo reposado

blandamente mullido en una espera

que traspasa los tiempos del deseo

con mirada envolvente

                                    la del brillo

dulzón que nos otorgan 

la oleosa aparición de los recuerdos

 

jueves, 6 de diciembre de 2012

Rompen las olas

Las rocas se deshacen
bajo la espuma

martes, 4 de diciembre de 2012

                                               foto de Alberto Martinez Labeña

Centinela en la noche
la farola
extiende su color por la bahia
llama con voz pausada a los enamorados
los congrega
a que miren al mar
que es lejanía

jueves, 29 de noviembre de 2012

La naturaleza también escribe fábulas
con tercas imágenes de piedra,
y me invita a pensar
que en vez de un desgastado islote
pudiera ser un barco de viejos bucaneros
que así encallaron
por mor de algún hechizo

el casco
ahora de piedra
sus velas y ocupantes
árboles  con raíces de tiempo
y sus armas temibles verdes hojas
 meciéndose al compás de su secreto.

martes, 27 de noviembre de 2012

Hiaku

Viejas raíces
Perforando la tierra
buscan el cielo

jueves, 22 de noviembre de 2012


El otoño se tiñe de rojo en la piel de los arces.
Rojo y amarillo como el sol del ocaso,
como la llama que alumbra la noche
cuando la luz de las estrellas
no puede penetrarla

martes, 6 de noviembre de 2012

EL CIRCO

Serurat


Elevada en el aire
la ilusión galopa el amarillo redondel de su universo

piruetas y saltos sobre los blancos lomos por el sudor perlados
desafían la realidad
provocan
luces de admiración y el estallido final de los aplausos

mil bocas entreabiertas sustentan en el aire
la grácil silueta del redoble

un clown me da la espalda y con su magia
va descubriendo un sueño
al descorrer traslucidas cortinas
en el Circo de Invierno la ilusión tiene alas
plateadas de libélula
y una voz agudeña desnuda una consigna
¡un poco más difícil todavía!
aún no se apagan
las estelares estrellas fluorescentes que lucen en la cúpula

martes, 30 de octubre de 2012

TANKA


Huele a salitre

La mar es un espejo

de rojo azogue

Navegando a poniente

tres velas blancas

miércoles, 24 de octubre de 2012

PAUL AUSTER : POETA

Nueva York, 24 oct (EFE).- Pese a que el éxito le llegó gracias a novelas como las que integran "La Trilogía de Nueva York", Paul Auster se adentró en la literatura a través de la poesía con tan solo nueve años, cuando empezó a componer unos versos "atroces" pero con los que aprendió "a disfrutar de escribir".
"Cuando tenía ocho años mi madre me dio un montón de libros de Robert Louis Stevenson, pero sus historias y novelas eran demasiado complejas para mí", recuerda el escritor estadounidense durante una entrevista con Efe en su casa del barrio neoyorquino de Brooklyn, escenario de múltiples de sus narraciones.
Sin embargo, entre esos libros descubrió "A Child's Garden of Verses", escrito desde el punto de vista de un niño y que le marcó al convertirse en el primer libro de poesía que leyó, detalla con una memoria inquebrantable mientras da otra calada a uno de sus interminables puritos.
"Quise hacer algo parecido y aunque mis poemas eran absolutamente atroces, lo más malo que cualquiera pueda llegar a hacer, con ellos descubrí el placer de escribir, el sentimiento que me produjo fue de estar conectado con el mundo de una forma en la que no lo estaba cuando no escribía", explica.
Poco a poco fue desarrollando el estilo que plasmaría a los veinte años en poemarios como "Radios" (1970), "Exhumación" (1970-1972), "Escritura Mural" (1971-1975) o "Aceptando las consecuencias" (1978-1979), en los que ya están presentes temáticas tan "austerianas" como el azar, el lenguaje o los muros tanto interiores como exteriores.
"Traté de trabajar con lo mínimo posible, me hice una demanda espiritual a mí mismo de eliminar todo lo que pudiera. En ellos no hay automóviles, no hay teléfonos, no hay aviones, no hay nada que tenga que ver con la vida contemporánea. Son todo paisajes y estados internos", relata.
Ahora su "Poesía completa" ha sido reunida por primera vez en español por la editorial Seix Barral, en una edición bilingüe con traducción y prólogo de Jordi Ponce que trata de dar a conocer una de las facetas menos conocidas de Auster, también novelista, traductor, guionista e incluso director de cine.

DEL POEMARIO LUGAR DE MADUREZ


 

Hojas vencidas tapizan los sentimientos

 

él se aproxima a la puerta del invierno

con el último instinto de su corazón

 

sedimentos de intemperie han curvado su espalda

 

larga ha sido la ruta ( se advierte en su cansancio)

temerarios sus sueños

 

hilos rojos de sol

trenzan en sus cabellos

mallas de atardeceres

 

de tanto caminar se ha dado cuenta

que olvidó su propósito

 

jueves, 11 de octubre de 2012

DIBUJO Y POEMA

EL VENDEDOR DE ALFOMBRAS

Recuerda en su mirada
las dunas de su tierra
el sol
que abrasa los rastrojos
las tardes a la vera
de una pared blanqueada
que acoge en sí a la sombra
sentado en su remanso

sorbiendo te a la menta mientras juega
con las cuentas gastadas del rosario

y los niños jugando
y las cabras buscando
una brizna de hierba
y el tiempo que se funde
con el sol que desciende
en las crestas rojizas
y la llamada al rezo
y el calor que resbala
sobre su piel de ancestros

el vendedor de alfombras

su mercancía a cuestas
por las calles umbrías
de este norte lejano

·

miércoles, 10 de octubre de 2012

DIBUJO Y POEMA


Niebla

 

qué densidad oculta tu palabra

 

con qué materia inundas nuestras dudas

 

desvela el algoritmo de tu frío

silencio majestuoso

que oculta en si los puntos cardinales

 

tu don es el engaño

 

sólo unos pies desnudos

descubren el paisaje oculto en tu abisal

con lentos movimientos inseguros

 

sólo unas manos limpias

acarician el húmedo sentido

que reordena la vida

 

sólo es la piel aquella quien alcanza

la gran sabiduría

tanteando

la helada desnudez 

que cual reptil exhibe

la ondulante materia desolada

 

 

 

 

 

 

 

 

viernes, 5 de octubre de 2012

Dibujo y Poema

Crecí sobre la arena
con vocación de mar.
El viento y el salitre
moldearon mi figura
como una vieja proa
que retorcida ensueña
lejanas singladuras

jueves, 4 de octubre de 2012

del poemaro LOS OJOS DE LA MUERTE


el cielo conspiró con tu partida

azul como tus ojos

salpicado del rojo del ocaso

serenamente hundiéndose en una línea incierta

                                                                                     oscura

                                                                                      cárdena

la vida conspiró con tu partida

como tu pulso débil

rompiéndome el reloj

serenamente hundiéndose en las yemas avaras de mis dedos

 

y tus ojos ya vueltos a la nada

ojos blancos

pañuelos para una despedida que se agita en la mente

que se anuda en mi respiración

que quisiera ser tuya

   …OSCURA

C

A

R

D

E

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A

OSCURA

C

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OSCURA

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OSCURA

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A

OSCURA

C

A

R

D

E

N

A

OSCURA…
 
 
pero cayó la noche

vaharadas de silencio cubrieron el espacio

tú ya eras infinito

sin peso y sin fatiga

como una llama débil que cincela a las sombras

con liviano temblor

 

yo               finito aún

parado en el andén de la deriva

miraba a las estrellas para buscar el rumbo

y les ponía tu nombre

como cuando era niño y buscaba en tu voz

en  tu aroma en tu tacto

el cardinal del mundo

y le ponía tu nombre

 

martes, 2 de octubre de 2012

DIBUJO Y POEMA

Una balada de invierno.
Desnudez gris del que mira
el paso frío del silencio

jueves, 27 de septiembre de 2012

DIBUJO CON POEMA

Tercas raíces buscan
la vida en lo profundo de la tierra,
mientras ella se escapa
por las secas arrugas de una cara

domingo, 23 de septiembre de 2012




La punta del pincel
guia mis sensaciones

único trazo
sobre el blanco silencio
del espacio vacío

mis sensaciones guian
la punta del pincel





jueves, 20 de septiembre de 2012

dibujo a lapiz

Sentados a la puerta
quiza esten recordando
otras cosechas
mientras calientan al sol
sus ya frágiles huesos

sábado, 15 de septiembre de 2012

RELATO


                                                   EL MAGNOLIO .
 La tarde aún estaba fresca en el principio de la Primavera, pero a él le daba igual. Fermín cogió su taza de café y fue a sentarse debajo del magnolio. ¿Cuántos años hacía que lo plantaron  en aquel rincón de la casa familiar?.  No  recordaba exactamente pero si tenía nítida aún la imagen de aquel momento en la memoria;  era un niño pequeño, quizá de ocho o nueve años, cuando una mañana radiante de domingo  sus padres lo plantaron aún retoño, al acabar se quedaron mirando satisfechos  aquel estilizado arbolito de hojas picudas y brillantes, entonces su padre, abarcando con sus manos huesudas los hombros de Fermín, dijo: Ahí crecerá bien. Le da es sol de la mañana y el rincón de la tapia le protegerá del frío del invierno .Ves hijo, creceréis juntos con nuestros cuidados. ¿Sabes que tenéis la misma edad?.

Y efectivamente, Fermín con el tiempo se hizo hombre, y el magnolio se convirtió en un árbol frondoso y elegante que fielmente acudía al rito de ofrecer su floración año  tras año, y que fue testigo de todos los hechos importantes, buenos o malos, de su vida.

 A él acudía para confesarle sus dudas y temores y confiarle sus secretos. Junto a él, adolescente aún, se declaró a Lucrecia, la mujer que culminó su vida. Ante él fue llevando a cada uno de sus tres hijos para, con una diminuta navaja de bolsillo ir haciendo pequeñas muescas en su tronco junto a iniciales y  fechas con las que señalaba las medidas de sus crecimientos, rito familiar que  había continuado con Damián, el nieto que María, su hija mayor, le había dado. Y bajo él, en un pequeño hoyo escarbado en la tierra, enterró una caja de cedro con los objetos venerados de Lucrecia  el día de su muerte, hacia ya tres años. Desde entonces allí acudía para seguir hablando con ella.

Por todo eso y más, el magnolio no era un simple árbol. Era el árbol. Su árbol. Su hermano árbol, como le gustaba llamarlo cuando apoyado en su tronco le hablaba como si lo hiciera a un ser humano.

Más de una noche la había pasado en vela  cuando una tormenta sacudía sus ramas y hacía cimbrear su joven tronco. Hasta en una ocasión en la que  una galerna  estuvo a punto de arrancarlo, Fermín salió en pleno vendaval para afianzarlo con cuerdas y estacas, hecho que le costó estar convaleciente de una pulmonía que le tuvo febril varios días.

 Sus hojas verde intenso eran para él como las manos de un amigo y sus raíces los pies que le mantenían unido a la realidad.

Tantos instantes pasó sentado en la hierba bajo su copa cobijadora. Momentos en los que al buscar la soledad, a la que era tan proclive, encontraba la sabiduría interior del viejo compañero de viaje que le hablaba de reciedumbre, generosidad, amor, fidelidad… que le daba lecciones sobre el paso del tiempo con el tacto de su corteza cada día más rugosa, ofreciéndole consuelo y refugio igual que a los pájaros que en él anidaban. Por eso, el corazón de Fermín se había  convertido con los años en un recio magnolio en medio de la vida. Un magnolio que dominaba todos sus paisajes para darles riqueza y equilibrio. Pero aquella noche de Marzo era una noche especial. El aire fresco de las montañas cercanas peinaba el valle que quería empezar a despertar. Aquella noche no había estrellas y la dominaba un profundo cansancio. Fermín acabó su café y se recostó entre dos gruesas raíces. Entonces vio como una constelación de ramas y hojas empezaban a cimbrear movidas por el viento cada vez más intenso.

 Estamos en casa, dijo Fermín mientras acariciaba el parterre de hierba fresca donde estaba enterrada la caja de cedro, y respiraba lo mas hondo que pudo.

Aún sentía intacta la presencia de Lucrecia  que le parecía más real que nunca. Cerró los ojos para ver su querida figura así como quiso conservarla. Ni joven ni vieja. En todo el esplendor de una mujer madura y dulce.

Sabía que no estaba dormido porque una lágrima resbaló por su mejilla hasta la comisura de los labios, y poco a poco se fue ralentizando todo cuanto le rodeaba. Los minutos sólo eran gotas de agua que se dirigían al mar irremediablemente .Las gotas de lluvia se confundían con sus lágrimas.

 Tan abatido estaba, que no se daba cuenta de la tormenta que sobre él se cernía. Aquella noche salieron a pasear todos sus ausentes para hacer flaquear su determinación. Demasiado empinado ese camino en noches de fatiga. El magnolio se erguía ante él como una torre, un foco, una antorcha cuando una luz intensa iluminó el jardín al tiempo que Lucrecia le tendía los brazos. Después un inmenso crujido se apoderó de todo.

 

 

 

martes, 11 de septiembre de 2012

EL CONTRALUZ DE UN BLUES


 

Suena una voz

Entre sus notas surge

Sol de canícula

 

Entona con nostalgia

El contraluz de un blues

jueves, 6 de septiembre de 2012

AL CAPRICHO DEL AIRE


 

 

Al capricho del aire

arracimadas

las hojas  ya marchitas  interpretan

su postrer desafío

tapizar con silencio los caminos del parque

mientras cruje  este Otoño

arquitecto de espacios de plomiza estructura

que aquietan la mirada

cual la de un animal que cansado se extingue

 

las hojas han perdido el verdor de la vida

para volverse vida que enriquece a la tierra

 

las contemplo despacio

cubriendo mis pisadas

esas que van llevando a mis contradicciones

por caminos cubiertos  de un profundo misterio

sin saber si soy yo el que busca su cauce

o sin son sus caprichos los que guían mis pasos

 

las contemplo desnudo

al pie de la intemperie 

hundiéndome en el lecho

de su piel arrugada como tierra reseca

sintiendo en mis latidos como el tiempo se escapa

para dejar un rastro de palabras no dichas

 

 

 

 

martes, 4 de septiembre de 2012

DEL POEMARIO: LUGAR DE MADUREZ


 

 

                        11

 

 

 

Rueda por la autopista cárdena

 

corre veloz hacia un lugar lejano

donde no ha de llegar

 

va dejando disfraces perdidos en la tierra

olvidando maletas y arrugados paquetes  

sin huellas y sin nombre

sin números confusos de teléfono al borde

 

“ todo lleva su tiempo”

 

tras cada pestañeo

ahora ya es ayer

y mañana una hipótesis

 

pero el tiempo se posa

en el fondo granate de una copa de vino

donde se mira hipnótico

 

trasgredido de sí

muestra un grave cansancio

un latente cansancio

 

 

 

    12

 

 

Le tocará recolectar ausencias

hoy lo sabe

clavarlas una a una

en el paño granate de la melancolía

 

contemplarlas despacio

 

porque sus ojos aún miran en azul

aún lagrimean con el árido polvo del olvido

aún persisten en atisbar con anteojos el desierto

para encontrar un paraíso

aún se adentran en la esperanza

para vivir un sueño y hablar con sus fantasmas

 

hoy lo sabe

 

porque oye ulular a sus atardeceres detrás de la conciencia

e intenta atraparlos con nerviosos gestos

y ello

sin razón aparente

sólo por ser un hombre

que se mira en un espejo roto

y contiene su miedo apretando pasado

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 29 de agosto de 2012

Del poemario: POEMAS PARA EL ÚLTIMO DESTIERRO DE BENJAMÍN CUERDA


(en el día 30 de Noviembre de 1950)

 

 

Bajo la ventana hay un violín que toca las cuatro estaciones

                                a veces agradezco su rutina

en especial cuando es la Primavera

la que suplica al otro lado del cristal

mientras está nevando

porque sigue cayendo en este cuarto

una gran nevada silenciosa

 

entonces adivino que es una mujer

esa que hace vibrar el violín

                                               atento

agudizo lo que aún tengo de instinto

y puedo intuir sus dedos

cuando pulsan las cuerdas

                el cuello en ladeado escorzo

un opaco abandono tras los párpados

su rostro pálidamente hermético

y aparece un nombre empapado de Atlántico

Ruth

la bella Ruth que me trae un manojo de hojas oxidadas

la bella Ruth de mis noches rendidas en sones esmeralda

la que estaba detrás  del horizonte cuando era de papel

                la ingrávida en el campus

                la que hoy es fantasma que descubre la música

                entre los anaqueles del recuerdo

               

                Ruth             estatua de la felicidad perdida

               ya no quedan cuchillos para rasgar  tu recuerdo

fuiste un tesoro cargado de dolor en las praderas de Jersey

una brisa azulada en los otoños de Jersey

una rosa marchita en su frontera

olvido en la montaña rusa del delirio

un escombro manchado con asfalto

un vestido de oxido

una palabra hurtada y rota

un puñado de poemas melancólicos

sobre la inútil mesa del  destierro

 

 

jueves, 23 de agosto de 2012

                                           foto de SANTORINI de David Portela


Miro al sol como se pone
en la linea del mar
mientras aquí
el molino espera
la lujuria del viento

RELATO


 
LOS TUPPER DE BERNARDO
 
 
A las cinco de la tarde del mes de Noviembre ya era prácticamente noche cerrada
en aquel pueblecito de nombre casi impronunciable de la rivera del Elba.
Bernardo, como cada día, regresaba de la fundición en la que desde hacía dos años trabajaba después de un periodo de prácticas como becario. Abrió la puerta del estudio, y en el pequeño recibidor cambió sus botas de goretx por unas cómodas zapatillas de fieltro, colgó  del perchero el plumífero y el gorro de lana, y frotándose las manos pasó a la pieza que hacía de salón y cocina.
Era el apartamento de un soltero. Cuarenta metros cuadrados revueltos, donde; revistas, libros, raqueta de tenis, botellas vacías, papeles, ceniceros repletos, y una camisa colgada con su percha del brazo de la lámpara convivían en extraña armonía.
Se acercó a la mesa y encendió el portátil para mirar el correo y abrir la página de una emisora de radio española que a esas horas programaba un espacio de actualidad y música. Oír español le acercaba a su casa y le alegraba hasta el punto de ponerse a silbar y canturrear  la canción que escuchaba en esos momentos.
Abrió la nevera que como era  habitual estaba medio vacía y sacó una cerveza. Cerró la puerta con el talón del pie derecho y buscó con la mirada el pequeño tupper que  antes de irse al trabajo había dejado en la encimera para que se descongelara.
Mañana tendré que ir a la gasolinera a esperar a Jesús, pensó mientras lo ponía a calentar en el microondas.
Jesús era un camionero casado con una vecina de una amiga de su madre, que desde hacía dos años puntualmente se desviaba unos cincuenta kilómetros de Hamburgo para encontrarse una vez al mes con Bernardo y entregarle una caja térmica de forespan precintada con cinta americana en la que Matilde, la madre de Bernardo, encajaba con precisión geométrica quince tupper de doble ración, cubiertos con hielo picado.
Las comidas de su casa le transportaban a un país, su país, más luminoso. Tenían la virtud de darle  la fuerza necesaria para continuar tan lejos de él y de su familia. Y así cada cena se convertía en una ceremonia imprescindible así como esperada a lo largo del día.
 
Sonó el timbre del microondas para avisar que las lentejas ya estaban listas. Las vertió sobre un plato hondo y se sentó a la mesa que se había preparado apartando primero un montón de cosas que no deberían estar allí.
La sola idea de disfrutar aquella hogareña comida alegraba su corazón e impacientaba  su estómago, tanto que tuvo la impresión de que hasta la cuchara estaba también deseosa de poder tomar contacto con tan delicioso manjar cuando repiqueteó entre sus dedos. Lentamente tomó la primera cucharada y apretó la lengua contra el paladar para sentir mejor aquella textura y aquel sabor tan entrañables.
Según iba comiendo se sentía un poco menos solo. Más cerca de su hogar. Hasta el punto que  podía oír sus ruidos, sentir sus  aromas, percibir su atmósfera calmada,  entrever la  luminosa cocina donde toda la familia se juntaba para contar las incidencias del día, para charlar acaloradamente de cualquier tema que fuera propicio a albergar puntos de vista diferentes, para conmemorar, festejar, y también llorar. En definitiva para vivir.
   
 
 
Cuando terminó  se sentó en la butaca y encendió un pitillo. Cerró los ojos y pensó en lo importante que para él eran aquellos tupper. Tan amorosamente concebidos. Tan milimétricamente organizados. Con sus tapas de colores distintos y sus etiquetas cubiertas con la letra picuda de su madre, en las que ponía; el guiso que contenían, la fecha y el orden en que debía comerlos. Era como si ella le sirviera cada cena, animándole a que no se enfriara. Y una idea surrealista se apoderó de sus pensamientos. Abrió en el portátil el archivo en el que  escribía un pequeño diario: Hoy es 13 de Noviembre y ha sido un día duro en la empresa. Los contratos que se han firmado con Italia me han obligado a tener que reestructurar la producción, y eso aquí es una especie de drama, ya que la improvisación y la imaginación  no son el  fuerte de  esta gente. Así que estuve todo el tiempo intentando convencer a los capataces de que los nuevos planes que había diseñado eran posibles.
Por otro lado este frío tan crudo me tiene trastornado, echo de menos la claridad de Castilla, el sol entrando por la  ventana para despertarme a las ocho de la mañana, y  aunque el frío es intenso en los inviernos de Valladolid, no tiene nada que ver con esta temperatura con la que parecen los huesos de cristal. Sólo me reconforta la hora de la cena que espero con verdadera ilusión, tanto que declino las invitaciones de los compañeros para tomar algunas cervezas a la salida del trabajo, y vengo deprisa a casa a encontrarme con los guisos de mamá.
 
Hoy me han sentado tan bien las lentejas que me dio por pensar que un continuo entramado de guisos formaba una red invisible alrededor del mundo, uniendo a las personas que se quieren a pesar de los kilómetros para superar la soledad. Comida en tupper de todos los tañamos y colores, portadores de buenos sentimientos. Aliento y alimento empaquetado para cuerpo y espíritu. Todos ellos en blancas cajas  cuadradas de forespan precintadas con cinta americana, que el amor abnegado se empeñan en hacer circular de norte a sur, de este a oeste sin desmayo, en silencio, con la humanidad tallada en el corazón.
Si. Decididamente creo que los tupper no son sólo cajitas cuadradas herméticas de plástico para contener comida cocinada. Sino que son un pulso decidido y fuerte. El tacto con que el silencio dice que perteneces a un lugar donde te esperan. Donde piensan en ti cada vez que se consigue la alquimia de convertir unas simples lentejas en una corriente de cálida presencia. Son un puente que el  amor tiende para vencer  la lejanía.
 
Bernardo guardó la pequeña nota y cerro el diario, mientras la  nostalgia se apoderó de él. Así que abrió el Skype y pinchó en casa.
Mientras sonaba el timbre de llamada pensó: Voy a decir a  mamá lo mucho que la quiero.