jueves, 27 de septiembre de 2012

DIBUJO CON POEMA

Tercas raíces buscan
la vida en lo profundo de la tierra,
mientras ella se escapa
por las secas arrugas de una cara

domingo, 23 de septiembre de 2012




La punta del pincel
guia mis sensaciones

único trazo
sobre el blanco silencio
del espacio vacío

mis sensaciones guian
la punta del pincel





jueves, 20 de septiembre de 2012

dibujo a lapiz

Sentados a la puerta
quiza esten recordando
otras cosechas
mientras calientan al sol
sus ya frágiles huesos

sábado, 15 de septiembre de 2012

RELATO


                                                   EL MAGNOLIO .
 La tarde aún estaba fresca en el principio de la Primavera, pero a él le daba igual. Fermín cogió su taza de café y fue a sentarse debajo del magnolio. ¿Cuántos años hacía que lo plantaron  en aquel rincón de la casa familiar?.  No  recordaba exactamente pero si tenía nítida aún la imagen de aquel momento en la memoria;  era un niño pequeño, quizá de ocho o nueve años, cuando una mañana radiante de domingo  sus padres lo plantaron aún retoño, al acabar se quedaron mirando satisfechos  aquel estilizado arbolito de hojas picudas y brillantes, entonces su padre, abarcando con sus manos huesudas los hombros de Fermín, dijo: Ahí crecerá bien. Le da es sol de la mañana y el rincón de la tapia le protegerá del frío del invierno .Ves hijo, creceréis juntos con nuestros cuidados. ¿Sabes que tenéis la misma edad?.

Y efectivamente, Fermín con el tiempo se hizo hombre, y el magnolio se convirtió en un árbol frondoso y elegante que fielmente acudía al rito de ofrecer su floración año  tras año, y que fue testigo de todos los hechos importantes, buenos o malos, de su vida.

 A él acudía para confesarle sus dudas y temores y confiarle sus secretos. Junto a él, adolescente aún, se declaró a Lucrecia, la mujer que culminó su vida. Ante él fue llevando a cada uno de sus tres hijos para, con una diminuta navaja de bolsillo ir haciendo pequeñas muescas en su tronco junto a iniciales y  fechas con las que señalaba las medidas de sus crecimientos, rito familiar que  había continuado con Damián, el nieto que María, su hija mayor, le había dado. Y bajo él, en un pequeño hoyo escarbado en la tierra, enterró una caja de cedro con los objetos venerados de Lucrecia  el día de su muerte, hacia ya tres años. Desde entonces allí acudía para seguir hablando con ella.

Por todo eso y más, el magnolio no era un simple árbol. Era el árbol. Su árbol. Su hermano árbol, como le gustaba llamarlo cuando apoyado en su tronco le hablaba como si lo hiciera a un ser humano.

Más de una noche la había pasado en vela  cuando una tormenta sacudía sus ramas y hacía cimbrear su joven tronco. Hasta en una ocasión en la que  una galerna  estuvo a punto de arrancarlo, Fermín salió en pleno vendaval para afianzarlo con cuerdas y estacas, hecho que le costó estar convaleciente de una pulmonía que le tuvo febril varios días.

 Sus hojas verde intenso eran para él como las manos de un amigo y sus raíces los pies que le mantenían unido a la realidad.

Tantos instantes pasó sentado en la hierba bajo su copa cobijadora. Momentos en los que al buscar la soledad, a la que era tan proclive, encontraba la sabiduría interior del viejo compañero de viaje que le hablaba de reciedumbre, generosidad, amor, fidelidad… que le daba lecciones sobre el paso del tiempo con el tacto de su corteza cada día más rugosa, ofreciéndole consuelo y refugio igual que a los pájaros que en él anidaban. Por eso, el corazón de Fermín se había  convertido con los años en un recio magnolio en medio de la vida. Un magnolio que dominaba todos sus paisajes para darles riqueza y equilibrio. Pero aquella noche de Marzo era una noche especial. El aire fresco de las montañas cercanas peinaba el valle que quería empezar a despertar. Aquella noche no había estrellas y la dominaba un profundo cansancio. Fermín acabó su café y se recostó entre dos gruesas raíces. Entonces vio como una constelación de ramas y hojas empezaban a cimbrear movidas por el viento cada vez más intenso.

 Estamos en casa, dijo Fermín mientras acariciaba el parterre de hierba fresca donde estaba enterrada la caja de cedro, y respiraba lo mas hondo que pudo.

Aún sentía intacta la presencia de Lucrecia  que le parecía más real que nunca. Cerró los ojos para ver su querida figura así como quiso conservarla. Ni joven ni vieja. En todo el esplendor de una mujer madura y dulce.

Sabía que no estaba dormido porque una lágrima resbaló por su mejilla hasta la comisura de los labios, y poco a poco se fue ralentizando todo cuanto le rodeaba. Los minutos sólo eran gotas de agua que se dirigían al mar irremediablemente .Las gotas de lluvia se confundían con sus lágrimas.

 Tan abatido estaba, que no se daba cuenta de la tormenta que sobre él se cernía. Aquella noche salieron a pasear todos sus ausentes para hacer flaquear su determinación. Demasiado empinado ese camino en noches de fatiga. El magnolio se erguía ante él como una torre, un foco, una antorcha cuando una luz intensa iluminó el jardín al tiempo que Lucrecia le tendía los brazos. Después un inmenso crujido se apoderó de todo.

 

 

 

martes, 11 de septiembre de 2012

EL CONTRALUZ DE UN BLUES


 

Suena una voz

Entre sus notas surge

Sol de canícula

 

Entona con nostalgia

El contraluz de un blues

jueves, 6 de septiembre de 2012

AL CAPRICHO DEL AIRE


 

 

Al capricho del aire

arracimadas

las hojas  ya marchitas  interpretan

su postrer desafío

tapizar con silencio los caminos del parque

mientras cruje  este Otoño

arquitecto de espacios de plomiza estructura

que aquietan la mirada

cual la de un animal que cansado se extingue

 

las hojas han perdido el verdor de la vida

para volverse vida que enriquece a la tierra

 

las contemplo despacio

cubriendo mis pisadas

esas que van llevando a mis contradicciones

por caminos cubiertos  de un profundo misterio

sin saber si soy yo el que busca su cauce

o sin son sus caprichos los que guían mis pasos

 

las contemplo desnudo

al pie de la intemperie 

hundiéndome en el lecho

de su piel arrugada como tierra reseca

sintiendo en mis latidos como el tiempo se escapa

para dejar un rastro de palabras no dichas

 

 

 

 

martes, 4 de septiembre de 2012

DEL POEMARIO: LUGAR DE MADUREZ


 

 

                        11

 

 

 

Rueda por la autopista cárdena

 

corre veloz hacia un lugar lejano

donde no ha de llegar

 

va dejando disfraces perdidos en la tierra

olvidando maletas y arrugados paquetes  

sin huellas y sin nombre

sin números confusos de teléfono al borde

 

“ todo lleva su tiempo”

 

tras cada pestañeo

ahora ya es ayer

y mañana una hipótesis

 

pero el tiempo se posa

en el fondo granate de una copa de vino

donde se mira hipnótico

 

trasgredido de sí

muestra un grave cansancio

un latente cansancio

 

 

 

    12

 

 

Le tocará recolectar ausencias

hoy lo sabe

clavarlas una a una

en el paño granate de la melancolía

 

contemplarlas despacio

 

porque sus ojos aún miran en azul

aún lagrimean con el árido polvo del olvido

aún persisten en atisbar con anteojos el desierto

para encontrar un paraíso

aún se adentran en la esperanza

para vivir un sueño y hablar con sus fantasmas

 

hoy lo sabe

 

porque oye ulular a sus atardeceres detrás de la conciencia

e intenta atraparlos con nerviosos gestos

y ello

sin razón aparente

sólo por ser un hombre

que se mira en un espejo roto

y contiene su miedo apretando pasado