Por la puerta de ojiva un salmo del Corán me sale al paso
tras el murmullo asciendo hacia la cima
de un ebrio magma espeso de colores y aromas
suaves gestos me invitan
a olvidarme de todo
por esas venas cálida del cuerpo del Oriente
que son sus bulliciosos pasadizos
poseedores sensuales
de secretos de ámbar
talismanes de ónice
tactos de plata y seda
para una noche azul de naranjo y jazmines
plegarias de marfil del sur de África
en sus tiendas se ofrecen
dulce espeso de miel pasta de dátil
rumor de salvia y menta
arrebol de jengibre
fragancias oleosas de pachulí y almizcle
tintes de añil y henna
amarilla cúrcuma
tiempo atrapado en sacos
de sésamo azafrán orégano pimienta…
negras perlas de Oriente para el cielo de Al Andaluz
lo recorro despacio
buscando en sus recodos un rostro fronterizo
corazón de bazar
cincel de los orfebres
caudal de un arabesco de sueños de naguille
sorbos de te a la menta en terrazas sombrías
donde dejar correr las horas conversando
y el deslizar silente entre los hilos
como de mariposa
de unos dedos pequeños tejedores de alfombras
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