La naturaleza también escribe fábulas
con tercas imágenes de piedra,
y me invita a pensar
que en vez de un desgastado islote
pudiera ser un barco de viejos bucaneros
que así encallaron
por mor de algún hechizo
el casco
ahora de piedra
sus velas y ocupantes
árboles con raíces de tiempo
y sus armas temibles verdes hojas
meciéndose al compás de su secreto.
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