martes, 11 de diciembre de 2012


Jean-Auguste Dominique Ingres

 

La luz del plenilunio reposa en su cadera

 

son cálidas las dunas del desierto que quiero recorrer

en busca de ese sol que se adivina

 

hoy la gran odalisca      como cuando fui niño     

aún me sigue mirando recostada en la página  O del diccionario

             

                           por entonces buscaba un afán primerizo

me convirtió en vasallo de su altiva hermosura

del olor de su piel adivinada

de la rotunda explosión de su aureola

del roce imaginado de su voz desde un susurro

del goce primitivo de su abrazo

 

hoy  contemplo su cuerpo reposado

blandamente mullido en una espera

que traspasa los tiempos del deseo

con mirada envolvente

                                    la del brillo

dulzón que nos otorgan 

la oleosa aparición de los recuerdos

 

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