martes, 26 de marzo de 2013

EL VIENTO, LA LUVIA Y LOS TACONES

Erase una vez una frágil mujer a unos tacones pegada.
Cuando caminaba parcía que todas las mareas se juntaban para jugar con su sombra,
y ella,
sin saberlo,
parecía un mástil al conjuro de los vientos.
 
 Ahora cae... ahora no... cortaban el aliento aquellos que asombrados la veían
 bajar por la avenida
 

 Pero ella balanceaba sus caderas de un modo desafiante,
y evitaba,
de forma magistral,
las rayas agrietadas de la acera,
 la piel resbaladiza que tienen las baldosas cuando caer la lluvia,
el deslizar sin fin de aquella cuasta abajo.
 Hasta que se cayó, puaf, en mitad de un gran charco.
 

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