Sin respirar apenas para que no se escape
como el viejo Monet frente a sus cuadros
e inmerso en su frontera
sin atreverme a entrar desde la esquina
lo atrapo para luego
con la red verde-azul de los sentidos
para cuando el poema me convoque
y descubra a galope de palabra su textura
para cuando luzcan ámbar los dorados penachos
y la bruma
que tamiza y salpica el recortado monte en lejanía
se pose en la cuartilla delicada
para cuando las casas somnolientas
que ahora observan esa quietud del mar
de pautada cadencia monocorde
desperecen sus muros y tejados
y descorran la vida sus ventanas
lo tenga junto a mí
impreso en la retina como ejemplo
de todo amanecer azul y plomo
sujeto a las pestañas inflamadas
con alas fulgurantes de memoria
porque este amanecer que ya se extingue
con el mágico huir de los instantes
me deja malherido en su silencio
maltrecho aún sin partir ya de nostalgia
por: Juan Carlos Gómez Rodríguez
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