Los veo desde el coche
al atardecer pasean cogidos de la mano
a esta orilla del río
embrujados de luz en la otra orilla
se exhibe la elegancia de los cafés flotantes
ellos no tienen prisa
caminan
hacen planes
con las manos unidas por un temblor confuso
miran hacia las luces y se dicen
que dentro de algún tiempo
ellos también podrán sentarse allí
al amor de la brisa
a contemplar el vuelo
rasante de las aves
recortándose al sol que ya declina
con una taza de té entre las manos
no saben que les miro al pasar
mientras cojo tu mano y siento
como la tarde se acuesta a este lado del Nilo
enjoyada con los collares rojos
que le da el flamboyán
y me trasporto al tiempo
en que tú y yo paseábamos
a cientos de kilómetros de aquí
con la única promesa entre las manos
de ese temblor confuso
de nosotros mismos
por: Juan Carlos Gómez Rodríguez
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