A ese viejo mercedes que sostiene
su tiempo en los cromados y fue orgullo
de aquella serie augusta del cincuenta
estrella para un sueño
de blasones seguros gris marengo y perlas australianas
han venido a buscarle los sicarios
con sus monos azules y amarillos
van ha hacer su trabajo
no quisieron dejarle adormecido
en su fresco garaje
tampoco permitieron
con su obstinado afán que su abolengo
luciera con sus plumas color guinda
no tuvieron piedad no hubo respeto
para la señorial cadencia
de su aire importado y decadente
no
cayeron como lobos que acorralan su presa
abandonada y muda
y así lo reciclaron
extrajeron de su alma ese último soplo separaron
el embrujo emergente de su sólido empaque
con la herida caliente que imprime un tajo eléctrico
para descapotarlo
cubrieron los asientos
con una funda obscena de imitación de cebra
repintaron su cuerpo
como una vieja puta que enmascara
su miedo y su fatiga
debajo del carmín y de los polvos
con un tono frambuesa que devora la noche
dieron sabor al claxon
y una nube envolvente de música que rompe
parida por los bafles del último modelo de la Sony
y así de esa manera
igual que un resplandor en una feria
hizo su paseíllo
no como vieja gloria de orgullo inquebrantable
que representa un modo prototipo de un tiempo
sino como un bufón en la noche de Agosto
que hará proselitismo
de alguna irreverente discoteca
por: Juan Carlos Gómez Rodríguez
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