No se puede respirar, el firmamento brilla de gusanos
y ni una sola estrella habla.
Pero , Dios es testigo, hay música sobre nosotros:
se estremece la estación con los cantos
de las Aónides
y de nuevo los silbidos de las locomotoras
se funden con el aire rasgado de los violines
OSIP MANDELSTAM
La esfera azul y blanca brilla en la oscuridad
desde la ventanilla de la carlinga
veo sus continentes
observo valles y cordilleras
imagino ciudades donde sé que estáis
hablando en todos los idiomas
maldiciendo y bendiciendo en todos los dialectos
haciendo transacciones en todas las jergas
soy el cosmonauta de la eterna noche
y mi trasbordador será nuestro Caballo de Troya
voy construyendo pieza a pieza una cuna para el hombre futuro
puede que quizá nos haga falta pronto
el día en que este azul tan luminoso se nos vaya apagando
pasa ante mi la cicatriz que serpentea las crestas piedra a piedra
un símbolo del miedo que siempre nos acompaña
y su obra resulta impresionante
pero a vosotros que sois los poseedores del misterio no puedo veros
soy el cosmonauta y floto a miles de kilómetros por hora en mi traje espacial
mi madre ahora es una computadora que logra mantenerme a salvo
flotante en el útero del universo
consumo el cometido que me disteis
soy la pieza de un fin
la llave cardinal de la proeza
aún no echo de menos el olor de las avenidas
no echo de menos los atascos de las nueve treinta
ni los parquímetros
ni el mirar a ambos lados para cruzar la calle
ni los empujones en media vorágine del medio día
ni los subterráneos
tampoco los anuncios desplegados
sobre grandes carteles luminosos
pero sí echo de menos vuestra voz junto a mi hombro
pidiéndome permiso porque ya llegáis tarde
diciendo
muchas gracias
mientras os encuentro la sonrisa
ya que ahora
sólo hablo un lenguaje de símbolos
¡si supierais que hermosa es en la distancia!
milagrosamente no se desvía de su órbita
desde aquí no se ven los vertederos
desde aquí no puedo oír las explosiones de los detonadores del odio
ni los percutores me sobresaltan en mitad de la noche
no me piden paso las sirenas fulgurantes
todo es más relativo detrás de la escafandra
pues sólo oigo mi respiración y el bombeo del corazón
pero sé que acaba de nacer un niño y ya le estoy haciendo un hueco
en el sillón de mando
giro a su alrededor a miles de kilómetros por hora
pero
qué es una hora si al otro lado de este trasbordador
tengo un camino oscuro
soy el conservador de una forma de vida
el constructor infatigable de un hogar orbitado
sabéis que estoy aquí aunque no podéis verme
vigilante nocturno me escogisteis
porque no tenía a nadie
y desde entonces fue como si me hubierais adoptado
hablo con la computadora y le digo
que es muy fuerte la unión del corazón
pero ella no lo entiende porque no tuvo infancia y discute
con secuencias de razones matemáticas
mientras sigo dando vueltas
a la espera de la hora prefijada
para volver a sumergirme en soledad entre vosotros
soy el cosmonauta de la eterna noche
me consumo soñando que crujen con mis pisadas
las hojas de los arces de algún parque
ondean las banderas debajo de las nubes
pero aquí no se alcanza
su batir majestuoso
pacatac de trapo percutido
crecen los minaretes y los campanarios convocando al creyente
se ahonda la voz en las sinagogas recitando los salmos
el incienso de la meditación busca la nube del espíritu
la rueda de las plegarias gira en los templos
mientras el gong advierte que Buda está también en los arrozales
pero a esta altura no inquietan sus llamadas
tampoco sus preceptos ni promesas
aquí sólo se escucha la verdad del espacio infinito
aquí sólo vigilan las leyes de la física
sagradas escrituras son cometas y estrellas buscando el equilibrio
la respuesta está en el equilibrio
el bien y el mal como carga provinciana están entre vosotros
sólo la música tiene la matemática del gozo
la excelencia de la armonía
el don del universo
la computadora pone música cuando estoy melancólico
y me hace comprender la maravilla
mientras auroras y crepúsculos se suceden vertiginosamente
tendríais que estar aquí para oír lo que oigo
violonchelos y violas piano y violines
tendríais que estar aquí y sabríais lo que os digo
como un asceta en el desierto que tiene la virtud de los distanciamientos
y así podrías contemplar vuestra propia sombra
alargándose más allá de fronteras y límites
de juegos intelectuales y de credos
más allá de vuestra propia esencia
soy el cosmonauta de la noche extensa
miro por las ventanilla
y en la esfera azul y blanca ahora
veo brillar vuestro rostro
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