La luna abre sus párpados de centinela
balbucea al oído de la noche
una frese truncada
¡de ja l o ya!
sonaron las alarmas con agudos quejidos
y el mundo chirriando
se pudo de rodillas para increpar ¿por qué?
pero yo sólo sé
que fuiste al amparo de la vida
cuando la sangre te pedía felicidad
con toda la sábia de la juventud
y apareció el dolor
como una brutal lección de desengaño
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