A menudo me pregunto: ¿qué es la poesía?, y creo que,como todo arte, es el modo de dar forma a un sentimiento o a una emoción .
Los sentimientos y emociones, comunes a todos los seres humanos, son los que otorgan al arte la virtud de la universalidad, pudiendo por ello hacer que cada individuo goce con la contemplación de una obra de arte, ya sensorial como intelectualmente, de un modo subjetivo, proyectando en dicha obra sus propias emociones, a veces ajenas a la verdadera intención del creador.
Cuántas veces alguien me ha dicho al acabar la lectura de algún poema;“ es un poema bello, pero muy triste”, cuando para mí, dicho poema no albergaba ningún sentimiento de tristeza.
La poesía es un continuo proceso de escritura a través del cual el poeta ahonda en sus propias raíces, en sus creencias y en sus dudas, en su ceremonia, porque escribir poesía implica un cierto ceremonial, se ponen de manifiesto los fetiches y los fantasmas de aquel que con sinceridad se enfrenta a la tarea de asomarse al espejo de una página en blanco. El poeta, por medio del poema, pone en cuestión su relación con aquello que le rodea, y así la poesía se convierte en un viaje intuitivo y personal de dentro a fuera y de fuera adentro, con el valor añadido de un envoltorio estético.
Así pues, crear es vivir intensamente un presente desde la heredad que da el pasado. Es una forma de respiración inevitable que te impulsa hacia un lugar, a veces desconocido y fascinante, en el cual, una vez alcanzado, nos espera una suerte de vacío.
En el momento de la creación vivirla es lo único que importa, en ella no hay matices, ni concesiones, ni veredictos, y es solamente cuando entran en juego el oficio con sus normas y límites estéticos, y las bestias negras de la autocrítica y la corrección, (por otro lado muy necesarias ) es cuando el proceso intelectual toma el poder en detrimento de la inocencia y la pureza.
El poeta es el artífice que crea un equilibrio entre estas dos fuerzas antagónicas. Es el mago que consigue que cada una engrandezca a la otra, formando así una composición redonda, en donde la creatividad no se ve menoscabada por la técnica y esta a su vez se convierte en el perfecto soporte intelectual del instinto creativo. Cuerpo y espíritu al servicio del arte.
Así pues el poema es como un niño que hay que educar para que encaje en los cánones sociales y se haga un gran hombre.
La poesía es sutileza. Está en la cara difusa que poseen las cosas como un alma huidiza. A veces en el misterio ambiguo que hace que aquello que es cotidiano, y por lo tanto prosaico, se nos ofrezca etéreo, sublime e intemporal. Es una forma estética de mostrar una filosofía con un toque de cierta vanidad, y que nos deja en el patrimonio colectivo la herencia más sublime y descarnada de los hombres.
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