jueves, 19 de junio de 2014


                                   En memoria de Claudio Rodríguez

 

 

 

                   Hablaré quedamente              muy quedamente               descendiéndome

                  

a veces las palabras urden silencios pálidos

 

las vamos desgranando

escogiendo

para  formar con ellas el cuerpo de la noche         

para desdibujar paisajes

que adquieren dimensiones impensadas         

etéreas       

sutiles             

 

ellas vuelan

por el espacio poético con alas frágiles

tañendo el aire

con su frotar recurrente y sonoro 

 

 son  armazón para la travesía

por un espacio de hermosura 

 o faros para la niebla

o niebla para el camino

o fulgor que seguir por un camino           

 

la palabra          

brote para la nostalgia        

luz de descubrimiento        

corporeidad para un suspiro

con que intentamos

atrapar un suspiro

 

para mi tu palabra

la que se enfrenta a esa otra  intolerante

que se enquista con  aristas sajadoras

              siempre serás  palabra             

                       trasmisora de vibraciones del alma

donde brotan preguntas que no acaban

 como ahora tú me brotas

cuando te precipitas en la temida oscuridad          

¿o es claridad deseada?                 

desde la dignidad del hombre que se busca

acariciando cada dolor

 enhebrando sus dudas y certezas en la hebra del poema

 alumbrando la oscuridad con profundos latidos       

acabándote para brillar eternamente

y así pertenecer al tejido del tiempo

y a la difusa luz de los anaqueles

porque ya eres palabra            

canto para la vida             

luz de  deslumbramiento

                                                

 

 

 

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