En memoria
de Claudio Rodríguez
Hablaré quedamente muy quedamente descendiéndome
a veces las
palabras urden silencios pálidos
las vamos
desgranando
escogiendo
para formar con ellas el cuerpo de la noche
para desdibujar
paisajes
que adquieren
dimensiones impensadas
etéreas
sutiles
ellas vuelan
por el espacio
poético con alas frágiles
tañendo el aire
con su frotar
recurrente y sonoro
son armazón
para la travesía
por un espacio
de hermosura
o faros para la niebla
o niebla para
el camino
o fulgor que
seguir por un camino
la palabra
brote para la
nostalgia
luz de
descubrimiento
corporeidad
para un suspiro
con que
intentamos
atrapar un
suspiro
para mi tu
palabra
la que se
enfrenta a esa otra intolerante
que se enquista
con aristas sajadoras
trasmisora de vibraciones del alma
donde brotan
preguntas que no acaban
como ahora
tú me brotas
cuando te precipitas en la temida oscuridad
¿o es claridad deseada?
desde la
dignidad del hombre que se busca
acariciando
cada dolor
enhebrando sus dudas y certezas en la hebra
del poema
alumbrando la oscuridad con profundos
latidos
acabándote para
brillar eternamente
y así
pertenecer al tejido del tiempo
y a la difusa
luz de los anaqueles
porque ya eres
palabra
canto para la
vida
luz de deslumbramiento
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