Las cuatro de la madrugada y no puedo dormir
como reptiles que se escurren de noche debajo de las sábanas
han entrado en mi casa para hollar su nobleza
a oscuras
por sorpresa
y han dejado un temblor en sus cajones
abiertos y vacíos
de las cosas que habían cobijado
y son bocas abiertas que desean
decirme la impresión del violador
de su mundo tranquilo
/él les dejó sobre la piel la huella
grosera y desalmada de su oprobio/
camino por la casa
entro en sus cuartos
y todo está en desorden
todo grita
con la voz marginal de la impotencia
y me resisto
revelo y me resisto
a devolver las cosas a su sitio
pues no quiero que ordenen su quejido
no quiero que se callen
que oculten su impotencia y su intemperie
me veo deambulando
haciendo un inventario
interno y exhaustivo
de sus puertas abiertas
de sus ventanas rotas
se han llevado algo más que ciertas cosas
algo más que dinero o que recuerdos
se han llevado con ellos
en sus garras
un aura que brillaba en su inocencia
por: Juan Carlos Gómez Rodríguez
Que poca madre! Pinches ladrones! Se siente horrible que te roben, espero que sea tu imaginería y que no haya sucedido en realidad, abrazos
ResponderEliminarOjala fuese imajinación. Sucedió de veras hermano. Ayer por la tarde al volver de ver a mis nietos me encotré así la casa. Una sensación del todo desagradable que a las cuatro de la amdrugada se tradujo en poema.
ResponderEliminarGracias por preocuparte.
¡Cómo puede ser que me imagine algo con "J"!
ResponderEliminarPerdón por la patada al diccionario
Tremenda putada, Juanca. El poema no tiene desperdicio.
ResponderEliminarÁnimo y un abrazo.
Yose