MAHMUD DARWIX el poeta que encarna la voz de las poblaciones árabes, que unen su dolor y experiencia vital en el dolor y experiencia de Palestina.
Darwix elabora en el poemario Fenix Mortal una poesía que cuenta la epopeya de un pueblo, entroncando con la gran tradición del realismo metafísico contemporáneo.
Fenix Mortal es un libro complejo que acrisola, desde una prespectiva moderna y personal, la tradición poética y mitológica de los territorios que van de Egipto y Siria a Mesopotamia, mezclando metafísica y épica para reescibir, en un tiempo fuera del tiempo y en clave autobiográfica, el elgendario pasado semítoco y el decepcionante y reductor proyecto local presente. ( comentario extraído del prologo de la traductora Luz Gómez García)
HELENA, PURA LLUVIA...
Me encontré con Helena, era martes,
las tres,
la hota del tedio inalcanzable,
pero el goteo de lluvia
junto a una hembra como Helena
es un canto al viaje.
Llueve
como la pura nostalgia... la notalgia del cielo
por el cielo.
Llueve
como la más pura pena...el lamento del lobo
por su especie.
Llueve sobre los tejados resecos,
sobre los oros resecos de los iconos de la iglesia.
-¿A qué distancia de mí queda la tierra?
¿A qué distancia de ti queda el amor?
-le pregunta el forastero a Helena, la que vende pan,
en una calle estrecha como sus medias.
-A una palabra, como mucho... Llueve.
Llueve con hambre de los árboles...
Llueve con hambre de piedras...
Y el forastero le dice a la vendedora de pan:
¡Helena, Helena! ¿Podrá alzarse
el olor de tu pan hasta la azotea
de un país lejano...
y eclipsar a las rapsodias de Homero?
¿Brotará de tus hombros el agua
para el árbol seco del poema?
Y ella replica: llueve, llueve.
Pura lluvia...
Y el forastero le dice a Helena: si fuera
Narciso buscaría en el agua,
en tu agua, en mi cuerpo. Búscate tú,
Helena, en el agua de nuestros sueños... Halla
en tus orillas a los muertos que cantan tu nombre:
¡Helena... Helena! No nos dejes a solas
como la luna.
- Llueve, llueve.
Pura lluvia...
Y el forastero le dice a Helena: cuando combatía
en tus dos fosos, no estabas a salvo de mi sangre
asiática. Tampoco lo estarás de esta sangre
animal como la pócima de tus rosas. Helena,
qué crueles fueron los griegos.
qué estúpido Ulises, errando a placer
en pos de su mito viajero.
Las palabras que no le dije a alla
las he dicho. Las palabras que he dicho
no se las dije a ella. Pero Helena
sabe lo que el forastero no dice...
Como sabe qué dice el forastero a un olor
que se hace añicos bajo la lluvia,
y así ella replica:
la guerra de Troya no tuvo lugar,
no existió,
no...
Pero sí la lluvia,
la pura lluvia...
Que buen poema, sí, sólo lo esencial perdura
ResponderEliminarUna buenísima elección, Juan Carlos. Preciosa esta interpretación del mito, tan humana y real. Me ha gustado muchísimo.
ResponderEliminarUn abrazo
Rosa me encanta este poeta y sobre todo ese libro, FENIX MORTAL
ResponderEliminar¿Brotará de tus hombros el agua
ResponderEliminarpara el árbol seco del poema?
¿Brotará alguna vez la Paz?
¿ A que distancia de mi quedan los hombres?
Las palabras, solo las palabras y su música.
Bello poema, sonoro y real.
Carmen
Preciosísimo, Juanca, hondo sentir rebullendo en cada sílaba.
ResponderEliminarMuchas gracias por traérnoslo.
Besotes.
Yose
Carmen y Yose. Os recomiendo el poemario, es una maravilla.
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