Antes que suene el poderoso timbre
y abra la puerta y entre. Oh espada
por la ansiedad el universo tiene
que haber ejecutado una infinita
serie de actos concretos…
BORGES
EL ARQUERO
El arquero es su fe
manantial del que brota
el agua del deseo
escucha su voz íntima y avanza
cubre su cuerpo en línea
con el arco y la flecha
contiene todo el aire
que vitaliza el pecho
mientras tensa la cuerda
con una precisión inusitada
atiende a flor de nervio
a ver certero el blanco
exhala su silencio
con un beso en la cuerda
la anima de deseo
y templa
en ese instante último
en el que no hay retorno
suelta
y se aflojan sus músculos
descubre que su fe
es la que al fin cabalga
a lomos de la flecha
EL ARCO
En su inmovilidad
el arco permanece en su letargo
en el que nadie puede
advertir su elástica influencia
él no es nada
si no es depositario del alma del arquero
y sin la flecha
pues en su inmovilidad
no hará llorar a aire
no hará cimbrear la flecha
no hará crujir al blanco
de pronto
asido por el pulso y la firmeza
de unos brazos amantes
toma la posición de un ser auténtico
y así se identifica
con todo el universo
y su cuerpo se arquea
casi rompe
las leyes de la física
tenso como las cuerdas de un laúd
en línea con el cuerpo del arquero
centra la flecha
la enfila con el blanco
conquista un equilibrio que seca la garganta
adquiere su poder al ser impulso
descerraja un segundo
con una voz metálica
y la cuerda
afloja la tensión e impulsa la saeta
así como se exhala un estertor de muerte
y el arco cabecea
con un golpe que afloja su postura
volviendo a ser un cuerpo
que espera indiferente otra llamada
LA FLECHA
La flecha rasga el aire
con un seco silbido lo taladra
mientras cruza
veloz e inapelable hasta su cita
demoledora y temida
resulta ser la esclava de un impulso
de una vibración que la confirma
y la vuelve más flecha
acelera su tiempo hacia el fin último
para el que fue creada
nunca podrá ser dueña
del arco que la hizo arista aguda
no ama
no conoce el trayecto
del que nada podría desviarla
se erige en portadora
de la fe del arquero pero ella
frenética en su avance
no logrará saberlo nunca
tan sólo rompe el aire
y anuncia sorpresiva su presencia
EL BLANCO
El blanco está en silencio
e inmóvil en su sino
su corazón de paja
se instala justo al límite
su esencia un desafío
su virtud la distancia
su apuesta un fino círculo en su cuerpo de paja
que anima con su reto
al alma del arquero
no ama ni dirige
no dispara ni piensa
más todo se encamina
al ansia de su centro
¿ posible o imposible?
es su doble moneda
por: Juan Carlos Gómez Rodríguez
Estoy de acuerdo, ser o no ser, sería lo de menos
ResponderEliminarCaro Juan . Es la ley de la causalidad. No somos islas, y aún así una isla depende del mar para ser isla.
ResponderEliminarJuan Carlos, leídas y releídas las cuatro partes del poema. Me gusta el planteamiento de la sucesión cronológica que va desde el arquero hasta la diana. Una parte depende de la otra, si una falta no se podría alcanzar el fin último. Te felicito, me ha gustado mucho este polimétrico, que tiene partes con mucho lirismo.
ResponderEliminarUn abrazo
Me alegra que te gustara Rosario.
ResponderEliminarGracias por la visita