viernes, 27 de marzo de 2009



CANTO A LA TIERRA


Húmedo labio de arcilla que guardas mi memoria
y acogiste los cuerpos de los antepasados
con abrazo sanguíneo

seco puño de arena
marcas mi corazón y el cuerpo súbdito
golpeando en la entraña

blando cofre de humus
que devuelves mi aurora a mi fe combatiente
todo espero en tu nombre
me consumo en tu aliento de suelo renovado
de templo de mi sangre
de huerto de trabajo
de campo de batalla

madre que me cobija
pachamama que espera con paciencia de siglos mi regreso quebrado
hoy te doy mi latido para tu pecho inmenso
hoy te doy mis pisadas para tu extensa crónica
hoy requiero tu nombre tu saber tu inocencia
me embadurno de ti con el cuerpo dolido
camuflado con hojas con follaje con barro
y en un acto sencillo de seguir caminando por tu piel arañada
te entrego mi presente mi ayer y mi mañana
para ser tu alimento cuando llegue el crepúsculo

perderé cuanto supe bajo tu sombra fértil
y alumbraré la hierva para que seas hermosa

tierra errante que nutres nuestro lecho de lágrimas
deja que eleve un rezo
para orarte en la parda redondez de tu vientre
con palabras de tierra
con susurros de grava y suspiros de polvo
con frases minerales y versos de arenisca
para que no me olvides cuando ya sea tierra

CANTO AL SOL

Desde el Templo al Sol en Machu Picchu para Leo Zelada


Te conozco

te observo

me desposo contigo
deslizando en tu dedo brillante
este añillo de piedra
ofreciendo mi ángulo numérico
al vértice sagrado de tu sabiduría
para que me recuerde
mi condición humilde

yo te ofrendo
el severo ritual del pasar de mis días
-este ángulo secreto escrito en piedra-
la fuerza del misterio que gravita en el aire
mi equinoccio y la sangre
de mi sangre y el eco
de las voces agrestes resonando en las crestas
la oda cristalina de una vena de agua
como néctar de vida que corre sin descanso
y un hálito de vuelo
mientras de pie escucho crecer por las laderas
las alas de mi cóndor
y el corazón del puma

CANTO A LA PIEDRA

Desde las ruinas de Satsaguaman

Pulida y encajada
tu alma de cincel
tiene el rostro de la voluntad

armonía aplomada con silencios

cautiva eres de distancias
esqueleto que anclado reposas en la altura
de ese hondo secreto de tu alma numérica

de tu vértice unánime

de tu arte de piedra
piel de poro y de liquen
como lo son mis ojos
trasformados en piedra
como lo es mi mente
por grilletes de tiempo

Escrito por Juan Carlos Gómez Rodríguez en Machu Picchu, Perú

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